Palacio Municipal de Santa Cruz: Patrimonio Moderno con Potencial Comunitario
Un legado de diseño con visión climática y urbana
En 1973, ICESA, bajo la dirección de los arquitectos Franz Beer y Fausto Calderón, diseñó la agencia del Banco Anglo Costarricense en Santa Cruz, Guanacaste. La propuesta respondía a un enfoque climático y urbano innovador: un volumen de planta cuadrada, esquinero, que liberaba el primer piso para ampliar la acera y ofrecer sombra a los transeúntes. Este gesto generoso mejoraba el confort peatonal en el intenso clima guanacasteco y creaba un acceso fluido hacia el interior.
La planta baja, protegida por el voladizo del segundo nivel, permitía fachadas vidriadas continuas hacia la calle y la avenida. El piso superior, en cambio, mostraba concreto expuesto sólido, protegido del sol con parapetos y alerones verticales que variaban su ritmo según la orientación.
Espacialidad y programa singular
El interior contrastaba con el exterior: del concreto liso a muros de repelo grueso pintados de blanco. El espacio principal de doble altura destacaba por un mezzanine suspendido y una escalera cuidadosamente diseñada. El último piso incorporaba dormitorios alrededor de un jardín central, una solución inusual para una sucursal bancaria y común en edificios fuera del GAM.
La filosofía de Franz Beer: la voluntad de ser
Este edificio forma parte de la búsqueda constante de Franz Beer por una arquitectura emotiva, que conecta con el paisaje, la cultura y la experiencia sensorial. En el Banco Anglo de Santa Cruz se reflejan tres de sus conceptos recurrentes:
- Arquitectura que emerge del paisaje urbano, integrando sombra y espacio público.
- Arquitectura táctil-sensorial, con texturas y contrastes materiales.
- Claridad en el concepto espacial, generando recorridos que sorprenden y jerarquizan la experiencia.
De banco a posible centro comunitario
Tras el cierre del Banco Anglo en 1994, el edificio pasó a manos de la Municipalidad de Santa Cruz y quedó vacío después del terremoto de Nicoya en 2012. A pesar de 13 años de abandono, su estructura robusta y espacialidad permanecen, ofreciendo un enorme potencial para nuevos usos.
Una reciente publicación de ICESA en redes sociales generó gran respuesta ciudadana: muchos imaginan el edificio convertido en biblioteca, centro de emprendimiento tecnológico o museo cultural. Este interés demuestra que la buena arquitectura trasciende el tiempo y puede reinventarse para servir nuevamente a su comunidad.
